viernes, 16 de diciembre de 2011

Camisetas de piqué

No quiero escribir canciones
para escribirlas otra vez,
casi siempre los domingos,
casi todas a las diez.

Los recuerdos no molestan
ya perdimos la ilusión,
los cumpleaños sin mi viejo
ya no son más un bajón.

Eramos con mis amigos
soñadores sin saber,
como en los libros de Soriano,
que siempre vuelvo a leer.

Relatos de años felices
arcos hechos con las piedras,
hasta la victoria siempre,
mi Estudiantes del Parque Saavedra.

Para siempre en la memoria
vive aquel glorioso Team,
mi Estudiantes de la infancia,
el equipo más felíz.

Yo soñaba ser Paolo
en el equipo de Don Luis,
que en el Parque era Bilardo
y Marangoni era Solís.

Dieguito en esos años
soñaba ser Juan Ramón,
como hoy sueña su hijo
ser Juan Sebastián Verón.

Fuimos pibes muy felices
que supimos aprender
que nunca hay que arrodillarse
ni siquiera ante la ley.

Martincito era Sabella,
La Gata usaba la 10,
Y en el fondo estaba el Colo,
siempre con la 16.

Para siempre en la memoria
duerme aquel glorioso Team,
mi Estudiantes, el del Parque,
el equipo más felíz.

Dimos tantas, tantas vueltas
la ilusión lo permitió,
la “pulpito” se iba al lago,
y el equipo era campeón.

Nos pintábamos el once
en camisetas de piqué,
pasaron casi cuarenta
y lo pintamos otra vez.

Una señora en la feria
una vez “animals” nos gritó,
volaban muchas patadas
pero con buena intención.

Si cierro un rato los ojos
creo que nos vuelvo a ver,
Bilardistas entrenando
en 15 y 66.

Para siempre en la memoria
vive aquel glorioso Team,
mi Estudiantes de la infancia,
patadas, hacha y puntín

Tardecitas con el Chavo,
con Sabella y Pachamé,
mi vieja me da permiso,
pero solo hasta las seis.

El Chapu Rodrigo Braña,
Guille Trama y Juan Verón,
El Chino Leandro Benitez,
puras marcas de pasión.

Los botines “ocelote”,
y esas ansias por crecer,
así nos hicimos grandes
y aprendimos a perder.

Los amigos de la infancia
pegan en el corazón,
cada sábado en el Parque
vuelve el Equipo Campeón.

Para siempre en la memoria
duerme aquel glorioso Team,
mi Estudiantes de la infancia,
el equipo más feliz.

Para siempre en la memoria
vive aquel glorioso Team,
mi Estudiantes, el del Parque,
el equipo de Don Luis.

El 11 ( Tatuado en el alma )

Cuando los sueños no tienen límite,
y en el alma no cabe tanta emoción.
Cuando la historia se escribe con la lucha,
y las victorias están llenas de pasión.

Los que critican casi nunca ganan nada,
ni entenderán que volviste por amor,
el cielo entero te está quedando muy chico,
te sobra estirpe para ser el mejor.

Yo te ví llorar en cada vuelta,
yo te escuché decir que el Ruso está con vos,
Juan Sebastián no alcanzan las palabras,
reinan tu magia y el arte del León.

Yo te vi llorar en cada vuelta,
todos lloramos gritando “dale Campeón”.
Mil gracias Bruja por tantas alegrías,
todo Estudiantes se arrodilla ante vos.

Sos un artista de acuarela roja y blanca,
el verde césped es un lienzo para vos,
con tus botines que rebalsan de talento,
pintás con sangre, mucha garra y corazón.

Llevás el 11 bien tatuado en la espalda,
como tu Viejo, sos eterno gladiador,
“Si ve una Bruja montada en una escoba,
ese es Verón, Verón, Verón que fue campeón.”

Yo te vi llorar en cada vuelta,
yo te escuché decir que el Ruso está con vos,
Juan Sebastián no alcanzan las palabras,
reinan tu magia y el arte del León.

Yo te vi llorar en cada vuelta,
todos lloramos gritando “dale Campeón”.
Mil gracias Bruja por tantas alegrías,
todo Estudiantes se arrodilla ante vos.

Vos sos distinto, sos profeta en tu tierra,
sabés de sobra que todos te dicen dios,
soy aquel pibe de la Escuela 19,
que en los pupitres escribía Pincha Campeón.

Los Profesores que te alientan desde el cielo,
desde Mangano hasta el Narigón,
la gloria eterna de Estudiantes de La Plata,
el sentimiento de ser siempre un ganador.

Yo te vi llorar en cada vuelta,
todos lloramos viéndote jugar a vos.
Mil gracias Bruja por tantas alegrías,
todo Estudiantes se arrodilla ante vos.

Yo te vi llorar en cada vuelta,
“olé, olé, Bruja, Bruja, Bruja,”
El Mineirao se rinde ante tus gambetas,
Y en nuestro cielo brilla una estrella más.

Yo te vi llorar en cada vuelta,
mística pura que solo lleva el mejor,
Sos el emblema, Capitán, genio y figura,
Marcás la historia del León Tetracampeón.

Yo también lloré en cada vuelta,
volví a mi casa y soñé salir Campeón.
Gracias por todo Estudiantes de La Plata
Sueño cumplido me arrodillo ante vos.

El lugar donde nací

Cuando la vida se transforma en la memoria,
y nos recuerda todo el tiempo que pasó,
viene a la mente el perfume del pasado,
que nos lleva de vuelta a algún viejo rincón.

Pasan los años y el amor siempre es eterno,
siempre la lucha es la que nos da envión,
todos los días hay que pelearla de nuevo,
hay que ponerle garra, hay que ponerle valor.

Yo te llevo en la sangre,
desde esa infancia que me hizo tan felíz,
ser hincha de Estudiantes,
es volver a ser niño, al lugar donde nací.

Las palabras de mi vieja fueron cuna,
mis abuelos el apoyo a mi pasión,
a mi Papá lo extraño todos los días,
sueño verlo en la cancha y regalarle un gol.

De madrugada con mi viejo en la parada,
entre los diarios Don Enrique era el Campeón,
el sacrificio yo se lo enseño a Ignacio,
que sea como el abuelo aunque no lo conoció.

Yo te llevo en la sangre,
desde esa infancia que me hizo tan felíz,
Ser hincha de Estudiantes,
es volver a ser niño, al lugar donde nací.

Si Cafferata es la luz de mi pasado,
esos recuerdos que me llenan de emoción,
veo a mi Vieja ordenándome la ropa,
cuando me venía a vivir a la pensión.

Siempre orgulloso de lo que me dio mi viejo,
un ferroviario que me enseñó a luchar,
tardes de lluvia ,y luna llena en Villa Diego,
con Lourdes y Martina siempre es lindo recordar.

Yo te llevo en la sangre,
desde esa infancia que me hizo tan felíz,
ser hincha de Estudiantes,
es volver a ser niño, al lugar donde nací.

La Escuela 5, las calles llenas de tierra,
el pan es rico si lo amasa mi mamá,
lloré abrazado con Bautista en una cancha,
dando otra vuelta olímpica quiero verlo soñar.

Llevo la 11 casi tatuada en el alma,
las enseñanzas de mi viejo Juan Ramón,
los abrazos de mi vieja, su alegría,
la sonrisa de mis hijos cada vez que fui Campeón.

En Estudiantes el ejemplo es día a día,
la voluntad que nos dio esta educación,
Cuando los padres le transmiten a sus hijos,
“Esto te marca el alma, esto es ser del León”

Yo te llevo en la sangre,
desde esa infancia que me hizo tan felíz,
ser hincha de Estudiantes,
es volver a ser niño, al lugar donde nací.

Yo te llevo en la sangre,
esta es mi casa, y aquí me voy a morir,
La cancha de Estudiantes
57 y 1, el lugar donde nací.

martes, 4 de octubre de 2011

Yo te vi llorar en cada vuelta

Pensé que jamás iba a sentarme a escribir esto.

En mi ilusión de hincha tuve la fantasía de la eternidad, de la magia inacabable. Soñé con la posibilidad de no despertar jamás del sueño de verte dentro de una cancha.
Sin embargo y mal que me pese, quizás haya llegado el momento de comenzar a despertarme.
Me vienen a la mente mil cosas al mismo tiempo. Todas juntas.

Cuando me dijiste, la primera vez que hablamos:

- Tus canciones son la banda de sonido de Estudiantes.

Y yo no pude responderte, no supe que decirte ni cómo hacerlo.

- En serio me lo decís? Me salió del alma acotar.
- Muy en serio te lo digo. Me respondiste mirándome a los ojos.

Cuando escribí “El Cielo nos queda muy chico” ni siquiera soñaba con la posibilidad de conocerte. No se me pasaba por la cabeza. Mi máxima aspiración era que alguna vez la escuches, que te guste, poder contarte y agradecerte todas las alegrías que me diste viéndote jugar.

La vida me regaló muchas más posibilidades que esa, seguramente muchas más de las que merezco, y no puedo dejar de sorprenderme por tanto.

Me cumpliste tantos sueños e hiciste tanto por mí que no se si podría enumerarlo todo.
Trajiste de vuelta la Copa Libertadores después de 40 años y diste la vuelta olímpica con esa canción ( que yo soñaba que escuches ) sonando de fondo. Dos sueños en uno.

Me ayudaste a despedir a Luis, el papá de Diego, mi amigo del alma, participando en mi último disco, poniéndote la 11 y el brazalete de Capitán de Estudiantes del Parque Saavedra para ser parte de “Camisetas de piqué”, ni más ni menos que mi infancia hecha canción, diciéndome:

- Para mí es un orgullo jugar en Estudiantes del Parque Saavedra porque hay amores tan fuertes que no se explican con palabras, como el que sentimos por Estudiantes.

Me regalaste la indescriptible posibilidad de hacer “Cuando sea grande”, de soñarlo juntos, de llevarlo adelante y ver como una canción puede llenar de vida todo lo que toca.

- No me preguntes tanto, yo confío en vos. Todos confiamos en vos.

Me dijiste aquel viernes a la noche en que nos sentamos a soñar “Cuando sea grande” y aunque te parezca raro, fuiste una de las primeras personas en decirme algo así. En darme una confianza ilimitada con respecto a mis canciones. Y por si esa confianza fuera poco, agregaste:

- Viste que Oasis quiere grabar con Carlitos Tevez? Nosotros queremos grabar con vos.

Y lograste dejarme una semana sin dormir con ese comentario.

Me invitaste a compartir con Uds. la noche de festejos por la Estrella 11, la tuya, la que tanto soñaste, esa que terminé tatuándome como un homenaje hacia vos, aclarándome que llevara una guitarra.
Tuve la posibilidad durante esos festejos, de cantarte tu canción mirándote a los ojos, de poder decirte: “mil gracias Bruja por tantas alegrías” y verte sonreír mientras me escuchabas.

Subiste esa misma noche, junto con Gastón, el Chavo, el Chapu y el Chino al escenario a cantar conmigo esa misma canción que solo tres años atrás soñaba hacerte escuchar y, para mi sorpresa, cuando te pregunté si sabías le letra me respondiste:

- Obviamente!

Tus enseñanzas, tus consejos, tu forma de enseñarme a hacer valer y respetar mi música, las charlas sentados en la ventana de la Concentración en el Country, los mates, las bromas, el recuerdo de nuestras infancias, el afecto permanente, todo.

Hay cosas que no se pueden expresar con palabras, que son muy difíciles de transmitir.

Haberte contado mi sueño de cuando era un nene, de tener un par de botines para jugar en el Parque, esos que mi Mamá no podía comprarme y verte demostrar con un solo gesto que siempre te importó y te importa que la gente pueda soñar.

Me enseñaste que a los sueños no los compra el dinero.

Con un simple gesto me mostraste cuánto vale la pena soñar en la vida que todo, si uno se lo propone, puede ser posible.
Me regalaste tus propios botines, los de tu último Mundial como jugador y me dijiste:

- Estos son mis botines, ahora son tuyos para que puedas jugar en el Parque Saavedra.

Todo lo que hiciste por mí es indescriptible y no me va a alcanzar la vida para agradecértelo. Te lo dije alguna vez y me respondiste:

- Vos estás loco, como me vas a decir eso, dejate de joder que para mí es un orgullo.

Sencillamente todo.

Y yo que hace tres años, simplemente soñaba con que alguna vez escuches “El cielo nos queda muy chico”.

Soñar que se puede.

Decirte gracias sería muy poco.

Prefiero contarte que yo te vi llorar en cada vuelta.
Hoy vos me vas a ver llorar a mí.

martes, 16 de agosto de 2011

El lugar donde nací

Cuando la vida se transforma en la memoria,
y nos recuerda todo el tiempo que pasó,
viene a la mente el perfume del pasado,
que nos lleva de vuelta a algún viejo rincón.

Pasan los años y el amor siempre es eterno,
siempre la lucha es la que nos da envión,
todos los días hay que pelearla de nuevo,
hay que ponerle garra, hay que ponerle valor.

Yo te llevo en la sangre,
desde esa infancia que me hizo tan feliz,
ser hincha de Estudiantes,
es volver a ser niño, al lugar donde nací.

Las palabras de tu vieja fueron cuna,
tus abuelos diciendo: “Dale Gastón”,
Papá Raúl que te alienta desde arriba,
soñás verlo en la cancha y regalarle un gol.

De madrugada con tu viejo en la parada,
entre los diarios Don Enrique era el Campeón,
Chapu la lucha hoy se la enseñas a Ignacio,
que sea como el abuelo aunque no lo conoció.

Yo te llevo en la sangre,
desde esa infancia que me hizo tan feliz,
Ser hincha de Estudiantes,
es volver a ser niño, al lugar donde nací.

Si Cafferata es la luz de tu pasado,
esos recuerdos que te llenan de emoción,
la ves a Lucy ordenándote la ropa,
diciendo: “Dale Chavo, que te espera la pensión”.

Siempre orgulloso que Daniel fuera tu viejo,
un ferroviario que te enseñó a luchar,
tardes de lluvia , Colorado en Villa Diego,
con Lourdes y Martina siempre es lindo recordar.

Yo te llevo en la sangre,
desde esa infancia que me hizo tan feliz,
ser hincha de Estudiantes,
es volver a ser niño, al lugar donde nací.

La Escuela 5, las calles llenas de tierra,
el pan es rico si lo amasa tu mamá,
Chino lloraste abrazado con Bautista
dando otra vuelta olímpica lo ayudas a soñar.

Bruja y la 11 casi tatuada en el alma,
las enseñanzas de tu viejo Juan Ramón,
a tus nenes les decís cada mañana:
“Hay que esforzarse mucho si queres ser mejor.”

En Estudiantes el ejemplo es día a día,
la voluntad que nos dio esta educación,
Cuando los padres le transmiten a sus hijos:
“Esto te marca el alma, esto es ser del León”

Yo te llevo en la sangre,
desde esa infancia que me hizo tan felíz,
ser hincha de Estudiantes,
es volver a ser niño, al lugar donde nací.

Yo te llevo en la sangre,
esta es mi casa, y aquí me voy a morir,
La cancha de Estudiantes
57 y 1, el lugar donde nací.

jueves, 11 de agosto de 2011

La historia de “El lugar donde nací”

(Dos veces en la vida es demasiado)

- A ver cuando te sentás a escribir otra canción… La primera fue un éxito así que tenés que hacer la segunda. Me dicen casi a coro: Juan Sebastián Verón, Rodrigo Braña y Leandro Benítez mientras me arrinconan contra una de las paredes exteriores de la Concentración fingiendo un “apriete” entre risas compartidas y cómplices.
- Mirá que yo ya estoy para ser solista, eh?! Acota bromeando el Chapu, mientras me agarra del brazo.
- Ah no! A este lo limpiamos del grupo! Dictamina por lo bajo la Bruja, mientras el Chino y yo reímos con la ocurrencia.
- Esto no puede estar pasándome nuevamente. Dos veces en la vida es demasiado. Recuerdo que pensé al instante y mi respuesta fue automática:
- Vamos por la segunda. (Que ya era como la tercera o la cuarta en realidad)

Así comenzó esta nueva historia y así escribí “El lugar donde nací”.

Mientras ese día volvía del Country y, deteniéndome en el mismo semáforo de Av. 13 esquina 40 en el cual me había detenido pensando en “Cuando sea grande” (las cábalas fueron hechas para ser respetadas), comencé a pensar en esta nueva canción.
Para no faltar a la verdad no sería exacto decir que me senté a escribirla, dado que durante el viaje de vuelta ya tenía en mi cabeza la mayor parte de la historia.
Solo fue necesario recordar nuestras charlas, llegar a mi casa y agarrar una de mis guitarras.

La propuesta esta vez fue distinta. Imaginé a los chicos del plantel sin la necesidad de presentarse en la canción, como sí había sucedido en el disco anterior.
Por otro lado creo que en un punto, la estrofa de cada uno, en mayor o menor medida, la vivimos todos con lo cual no era tan necesario aclarar a quien pertenecía cada estrofa.

Pensé que quizás, sería interesante que ellos pudiesen a través de esta letra, rendir un homenaje a la relación que tuvieron con sus padres siendo niños y que tienen hoy, de adultos, con sus hijos. Contarlas directamente, sin intermediarios, y que al mismo tiempo cada uno pudiese recordar algo determinante de su infancia pero en relación a su familia, más allá de su presente exitoso como futbolistas consagrados.
Insisto: no importaba si lo cantaba yo, el recuerdo era compartido por todos, como en todo grupo que se precie de tal. Esa fue una de las premisas.

“El lugar donde nací” nos es más que la imagen de nuestros padres tomándonos de la mano, guiándonos en la vida, pero también es un apoyo irrestricto a una infancia más contenida y sostenida desde el Estado pero comenzando en cada hogar.

Mi título original de la canción hubiese sido “El pan es rico si lo amasa mi Mamá” una frase que en boca de un Chino Benítez absolutamente invadido por la emoción logró hacerme llorar al instante de escucharla pero, en un punto, me pareció más simbólico “El lugar donde nací” porque es algo que nos abarca a todos. No importa la edad ni el recorrido que hayamos hecho en nuestras vidas. Todos “nacimos” en algún lado en particular.

Esta vez todo fue distinto. No solo iba a compartir mis horas nuevamente con esos jugadores que llenan de emoción mi vida en cada partido sino que ahora, iba a compartirlo con las personas con las cuales pasé los últimos 10 meses de mi vida, ya que el disco anterior fue el disparador de una intensa amistad que hoy me une con muchos de ellos, incluso con aquellos que no participaron en “Cuando sea grande”.
Esta vez todo fue distinto.

No tuve necesidad de preguntarle casi nada a los chicos dado que (lo noté al escribir esta canción) todos estos meses de charlas y encuentros nos habían permitido conocernos y vernos mutuamente de otro modo. Del modo en el que se ve a un amigo cuando, mates de por medio, comparte con vos esos recuerdos íntimos que marcaron su vida.

- No voy a poder escuchar esto sin llorar, creo que nadie va a poder. Me dijo Gastón Fernández luego de leer la letra de la canción, mientras se secaba las lágrimas y abrazaba a Pili, su más ferviente fan de 14 años, que compartió la charla con nosotros mientras nos refugiábamos de la lluvia bajo el alero de la Concentración.
No fue una mera casualidad que Pili estuviese allí en ese momento. Ella fue la primera persona que compró “Cuando sea grande” yendo al Pincha Store a las 7 de la mañana de aquel 13 de diciembre, día en que el disco salió a la venta, para no quedarse sin “la canción en donde canta Gastón”, y por las dudas compró dos por si se le rayaba el cd. Por ese motivo, tanto la Gata como yo fuimos cómplices felices al hacerla testigo de esta nueva canción ya que, si había sido la primera persona en comprar el disco, se había ganado por derecho propio y por ese amor interminable hacia su ídolo, ser la primera en saber de la existencia de esta canción y en leer su letra.

Esa fue la idea original: que todos los que aportamos nuestras vivencias para esta canción pudiésemos emocionarnos (y emocionar) recordando ese momento único de la infancia que a todos nos marcó a fuego.

En mi caso: la primera vez que pisé mi propio 57 y 1: El Parque Saavedra.

Podría enumerar cientos de anécdotas sobre esta canción y estos últimos tiempos:

Los botines de Sebas que hoy me acompañan en todos mis shows y que me hacen sentir que todo agradecimiento hacia él siempre sonará a poco; Los salamines caseros de Cafferata aportados por el Gran Leandro Desábato para inspirar mi escritura y su sueño (compartido por mí) por esa demorada vuelta olímpica de su Cafferatense; el disco solista que el Chapu aún hoy me reclama porque: “Si está el Chapu, los discos siempre son un éxito”; las bromas mutuas con Fede Fernández, el Rana Iberbia, Maxi Nuñez, Carlitos Auzqui, Gero Rulli, Mati Sarulyte y el Negrito Mercado (Con quien me une un afecto especial por las similitudes de nuestras infancias); los chicos viniendo a mis shows para compartir un momento entre amigos; la emoción de Hernán Rodrigo López la noche en que, durante los festejos de la Estrella N°11, la Gata desde el escenario cambió la letra de “El cielo nos queda muy chico” y le cantó “Otra vez somos Campeones, el Roro hizo un golazo”; las charlas sobre la buena música con Lea González y Juan Pablo Pereyra; el viaje con el Colo para ver a su Newell’s y las tardes en la plaza de 25 y 38 mirando como Lourdes y Martina, sus solcitos, daban felices la vuelta al mundo en una calesita; el llamado al Chino en el día de su cumple y verlo emocionarse hasta las lágrimas con el “Te amo Papá” de Bauti, su hijo; La alucinante charla con Agustín Orión (un rocker de pura cepa y en todo sentido) una noche en el Country sobre el valor de la solidaridad en la vida de las personas y su “Contá conmigo siempre que haya que darle una mano a alguien” y como si esa frase fuera poco, llamarme para despedirse cuando se fue a Boca y decirme: “Decile a Pili que le dejo mi corazón” y el enorme e increíble corazón de Gastón Fernández quien, haciendo honor a la solidaridad avasallante que lo caracteriza, fue capaz de pedirle permiso al Cuerpo Técnico para salir de la Concentración durante una tarde entera para ir hasta la casa de una chiquita que no la estaba pasando nada bien y con ese gesto único lograr el hermoso milagro de verla sonreír.

Haber sido testigo de la sonrisa de esa hermosa niña fue la mejor inspiración que podría haber tenido para escribir esta canción y a ella está dedicada, como así también a Julieta y a su Mamá, por enseñarme que, en algunas ocasiones, las canciones no logran curar pero si, logran alivianar una carga pesada.

- Por los amigos, la vida. Sentencia el Colo Re (con la misma seguridad con la que despeja un centro) una tarde en el living de mi casa mientras sus hermosas nenas juegan con mis instrumentos y nosotros charlamos sobre el valor de la amistad y de la solidaridad.

Cuando el año pasado hicimos “Cuando sea grande” sentí que había grabado con los Rolling Stones y que nada iba a poder superar ese momento.

Me equivoqué. Hubo algo que superó al hecho de haber grabado un disco con los Stones de Estudiantes de La Plata.

Haber escrito una canción para mis amigos.


miércoles, 20 de octubre de 2010

El día que cumplí 40 años mataron a un pibe....

El día que cumplí 40 mataron a un pibe.
Eso es lo que voy a terminar recordando dentro de un tiempo.
Le agradeceré de todo corazón a todos los que se tomaron la molestia y el trabajo de escribirme y lo haré de corazón, eso sin lugar a dudas.
Pero el día que cumplí 40 mataron a un pibe.
Mariano Ferreyra, un militante del PO terminó muerto luego de un “enfrentamiento” ( según dice el “demócrata” Feinman en C5N ) con la “patota sindical”.
Ese mismo Feinman que los hinchas de Estudiantes recordamos “tiernamente” por haberle dicho a Verón que se había “vendido” en un Mundial.
Ese mismo cobarde que detrás de una cámara siente y se arroga el derecho a “la impunidad que da una cámara”.
Feinman, si conocieras un 5 % de las acciones de Sebastián para con quienes más lo necesitan, verías que a vos no te alcanzarían ni 10 vidas para llegarle a los talones.
No se como lo llamará el común de la gente, pero yo a Feinman lo llamo “hijo de puta!”.
De chico, cuando aún tenía la posibilidad y el tiempo de soñar, siempre imaginaba un mundo justo, donde no hubiese chicos que se mueran de hambre ni madres que tengan que llorar la muerte de un hijo como sucede hoy.
Eso recuerdo de mis épocas del Centro de Estudiantes del Normal 3.
Hoy cumplo 40 años y hay una madre que ya no tendrá a su hijo para compartir una sonrisa, un abrazo o un “Estoy orgulloso de vos!” como me dijo mi Mamá cuando me saludó por mi cumple.
Y, la verdad, siento que cualquier canción que uno pueda escribir no sirve de nada cuando hay que enterrar a un pibe de 23 años que quizás, lo único malo que hizo en su vida sea haber creído que había cosas que podrían estar mejor.
Yo también soy uno de los que insultan cuando hay una calle cortada. No soy ni un revolucionario ni un “adalid” de nada. Ante todo, y mal que me pese, termino siendo un “argentino”.
Si lo pienso fríamente dos segundos, creo que todo reclamo es justo y válido. Que todas las personas deben tener el mismo derecho.
Pero como buen argentino lo primero que hago es putear y lo segundo, analizar lo que dije o pensé. ( y arrepentirme por lo que pensé 2 segundos antes )
Insisto, ni un adalid ni nada parecido. Un tipo que escribe canciones y suele ser sensible a las necesidades ajenas.
“Si vos tenés y el otro no, compartí así tienen los dos”. Me decía de chiquitito mi Abuela y me quedó grabado.
Yo no me cago de hambre ni paso tantas penurias pero eso no me habilita a que no me importe el hambre ajeno. Al contrario, creo que me habilita ( y obliga ) el doble por el simple hecho de no tener penurias. Solo por eso necesito, y me es imperioso, que me importe más aún quien no tiene el privilegio de comer todos los días.
Comer todos los días se está transformando en un privilegio.
Todo asesinato es repudiable.
Ya sea la Hiena Barrios matando a una chica embarazada y con toda la vida por delante, ó el (no encuentro adjetivos para calificarlo) que disparó contra Carolina Píparo permitiendo y obligándola a pasar sola, sin su pequeña criatura, el primer día de la Madre con el que (seguramente) tanto había soñado.
Todo asesinato es repudiable y, cuando el Estado lo permite, es doblemente repudiable.
Hoy, el día que cumplí 40 años, la mamá de Mariano Ferreyra no podrá decirle “Estoy orgulloso de vos” como me dijo mi Mamá.
O quizás si, pero Mariano ya no va a estar para escucharla y saber/sentir, que no hay nada como la palabra de una madre para saber que uno va transitando por la senda correcta.
Hoy, el día que cumplí 40 años, mataron a un pibe.

Iván, 20 de octubre de 2010.