martes, 4 de octubre de 2011

Yo te vi llorar en cada vuelta

Pensé que jamás iba a sentarme a escribir esto.

En mi ilusión de hincha tuve la fantasía de la eternidad, de la magia inacabable. Soñé con la posibilidad de no despertar jamás del sueño de verte dentro de una cancha.
Sin embargo y mal que me pese, quizás haya llegado el momento de comenzar a despertarme.
Me vienen a la mente mil cosas al mismo tiempo. Todas juntas.

Cuando me dijiste, la primera vez que hablamos:

- Tus canciones son la banda de sonido de Estudiantes.

Y yo no pude responderte, no supe que decirte ni cómo hacerlo.

- En serio me lo decís? Me salió del alma acotar.
- Muy en serio te lo digo. Me respondiste mirándome a los ojos.

Cuando escribí “El Cielo nos queda muy chico” ni siquiera soñaba con la posibilidad de conocerte. No se me pasaba por la cabeza. Mi máxima aspiración era que alguna vez la escuches, que te guste, poder contarte y agradecerte todas las alegrías que me diste viéndote jugar.

La vida me regaló muchas más posibilidades que esa, seguramente muchas más de las que merezco, y no puedo dejar de sorprenderme por tanto.

Me cumpliste tantos sueños e hiciste tanto por mí que no se si podría enumerarlo todo.
Trajiste de vuelta la Copa Libertadores después de 40 años y diste la vuelta olímpica con esa canción ( que yo soñaba que escuches ) sonando de fondo. Dos sueños en uno.

Me ayudaste a despedir a Luis, el papá de Diego, mi amigo del alma, participando en mi último disco, poniéndote la 11 y el brazalete de Capitán de Estudiantes del Parque Saavedra para ser parte de “Camisetas de piqué”, ni más ni menos que mi infancia hecha canción, diciéndome:

- Para mí es un orgullo jugar en Estudiantes del Parque Saavedra porque hay amores tan fuertes que no se explican con palabras, como el que sentimos por Estudiantes.

Me regalaste la indescriptible posibilidad de hacer “Cuando sea grande”, de soñarlo juntos, de llevarlo adelante y ver como una canción puede llenar de vida todo lo que toca.

- No me preguntes tanto, yo confío en vos. Todos confiamos en vos.

Me dijiste aquel viernes a la noche en que nos sentamos a soñar “Cuando sea grande” y aunque te parezca raro, fuiste una de las primeras personas en decirme algo así. En darme una confianza ilimitada con respecto a mis canciones. Y por si esa confianza fuera poco, agregaste:

- Viste que Oasis quiere grabar con Carlitos Tevez? Nosotros queremos grabar con vos.

Y lograste dejarme una semana sin dormir con ese comentario.

Me invitaste a compartir con Uds. la noche de festejos por la Estrella 11, la tuya, la que tanto soñaste, esa que terminé tatuándome como un homenaje hacia vos, aclarándome que llevara una guitarra.
Tuve la posibilidad durante esos festejos, de cantarte tu canción mirándote a los ojos, de poder decirte: “mil gracias Bruja por tantas alegrías” y verte sonreír mientras me escuchabas.

Subiste esa misma noche, junto con Gastón, el Chavo, el Chapu y el Chino al escenario a cantar conmigo esa misma canción que solo tres años atrás soñaba hacerte escuchar y, para mi sorpresa, cuando te pregunté si sabías le letra me respondiste:

- Obviamente!

Tus enseñanzas, tus consejos, tu forma de enseñarme a hacer valer y respetar mi música, las charlas sentados en la ventana de la Concentración en el Country, los mates, las bromas, el recuerdo de nuestras infancias, el afecto permanente, todo.

Hay cosas que no se pueden expresar con palabras, que son muy difíciles de transmitir.

Haberte contado mi sueño de cuando era un nene, de tener un par de botines para jugar en el Parque, esos que mi Mamá no podía comprarme y verte demostrar con un solo gesto que siempre te importó y te importa que la gente pueda soñar.

Me enseñaste que a los sueños no los compra el dinero.

Con un simple gesto me mostraste cuánto vale la pena soñar en la vida que todo, si uno se lo propone, puede ser posible.
Me regalaste tus propios botines, los de tu último Mundial como jugador y me dijiste:

- Estos son mis botines, ahora son tuyos para que puedas jugar en el Parque Saavedra.

Todo lo que hiciste por mí es indescriptible y no me va a alcanzar la vida para agradecértelo. Te lo dije alguna vez y me respondiste:

- Vos estás loco, como me vas a decir eso, dejate de joder que para mí es un orgullo.

Sencillamente todo.

Y yo que hace tres años, simplemente soñaba con que alguna vez escuches “El cielo nos queda muy chico”.

Soñar que se puede.

Decirte gracias sería muy poco.

Prefiero contarte que yo te vi llorar en cada vuelta.
Hoy vos me vas a ver llorar a mí.